lunes, 21 de enero de 2013




Tomas de Torquemada (1420-1498),  fue un dominico español que llegó a ser el confesor de la reina Isabel la Católica y primer inquisidor de España. Por sus manos pasaron miles de supuestos herejes a los que torturaba y ejecutaba por estar fuera de la religión católica. Bastaba una denuncia anónima para que cualquier ciudadano sospechoso de no profesar la religión católica acabara torturado y quemado en la hoguera.

Los métodos más comunes de tortura era:

La cuerda, consistía en sujetar al reo en una mesa y luego dar vueltas a un cordel arrollado a sus brazos y piernas produciendo estiramiento de las articulaciones y un fuerte dolor.


El tormento del agua, consistía en verter agua sobre el rostro del torturado impidiéndole respirar.


El garrote consistía en una tabla sostenida por cuatro patas con garrotes que se ajustaban hasta producir dolor.

El Tormento de la garrucha, el torturado era atado de las manos, elevado y dejado caer violentamente sin llegar al suelo, lo que provocaba intensos dolores en las articulaciones.


Cualquiera podía ser juzgado por la Inquisición. 
El único requisito era que las niñas superaran los 12 años y los niños los 14. 
Las cifras de asesinados y torturados por la Inquisición alcanzan cotas espectaculares. Podríamos estar hablando de más de diez mil personas ejecutadas y treinta mil torturadas a las que se aplicaron castigos severos y humillantes.
¿Cuáles eran los delitos perseguidos?
Los inquisidores trataban de combatir principalmente la  herejía pero también se empeñaron en perseguir la brujería, la bigamia y la usura.