Helman Webster Mudgett, fue
un apuesto y elegante médico americano, graduado por la Universidad de
Míchigan, que cambió el ejercicio de su profesión por un "empleo" al
que sacó muchos más beneficios: el asesinato.
Herman nació en 1861 y fue acusado de veintisiete asesinatos
y de siete intentos frustrados; se aprovechaban de su aspecto físico (alto,
guapo y con aire distinguido), para embaucar a sus víctimas (mujeres
adineradas), a las que seducía y después de conseguir su objetivo las hacía
desaparecer.
A los 30 años fijó su residencia en un Chicago que se
preparaba para la llegada de la Exposición Universal de 1893. Este acontecimiento
mundial atraería a la ciudad miles de visitantes y sobre todo a mujeres ricas y
faltas de cariño (sus potenciales víctimas).
Durante mucho tiempo se dedicó en cuerpo y alma a un curioso
y escalofriante objetivo; construir un castillo con aspecto de fortaleza que
utilizaría como hotel. En un principio nadie podía imaginar que allí ocurriera
nada extraño aunque la sorpresa saltó tiempo después tras una investigación que
llevó a cabo la compañía aseguradora del inmueble al intentar esclarecer las
causas de un pequeño incendio que se había producido en sus instalaciones.
Los operarios de la aseguradora quedaron horrorizados al
descubrir que Herman había construido una morada terrorífica preparada para
todo tipo de crímenes. El Doctor Tortura, había manipulado todas las
habitaciones del castillo plagándolas de trampas y de puertas correderas que
daban acceso a un entramado de pasillos secretos por los que se trasladaban de
una habitación a otra sin levantar sospechas y observando todo lo que ocurría
en ellas a través de unas ventanillas disimuladas en las paredes. También,
junto a la grifería normal, instaló una muy diferente que trasladaba gas a su
antojo y que acababa en pocos minutos con la víctima elegida. Para deshacerse
de los cadáveres sin levantar sospechas, construyó un montacargas y dos
"toboganes" por lo que lanzaba los cuerpos hasta una habitación
bautizada como el calabozo, donde los sumergía en una cubeta con ácido
sulfúrico o en una de cal viva.
Los agentes del seguro que inspeccionaban la terrible
vivienda quedaron espantados al descubrir algunas máquinas utilizadas para torturar
a sus víctimas. La más curiosa era un autómata que permitía hacer cosquillas en
la planta de los pies de los secuestrados y matarlos de risa.
A pesar de ser decubierta su mansión del horror, pudo
escapar incomprensiblemente de las autoridades y refugiarse en Texas, donde la
final fue detenido y acusado de intentar estafar a varias aseguradoras, en los
interrogatorios no pudo aguantar más a su " carga " y termino
confesando todos los crímenes.
Aunque la policía sólo pudo incriminarlo en veintisiete
asesinatos, los expertos calculan que podrían haber acabado con la vida de más
de doscientas personas.
Herman Webster, fue condenado a muerte por el tribunal
de Filadelfia y ahorcado el 7 de mayo de 1896, cuando sólo tenía 35 años.