Buenos
días hoy como cada lunes seguimos hablando de los angelitos que pasaron por la
historia, y hoy estamos de enhorabuena porque le toca el turno a una dama; hoy
hablaremos de Elizabeth Báthory, la
Condesa Sangrienta (1560-1614).
Erzsébet Báthory, fue una aristócrata húngara que pasó a la
posteridad por su crueldad y por su obsesión por la belleza, que la llevó a
asesinar a centenares de jóvenes. No se conoce con exactitud cuánto hay de
ficción y cuánto de realidad en su historia y aún hoy en día hay
historiadores empeñados en conoces más detalles de esta enigmática mujer. Lo
cierto es que recibió una buena educación, algo inusual en la época. Se
casó muy joven con el conde Ferenc Nadasdy, un hombre que casi le doblaba la edad
y que se pasaba la mayor parte del tiempo batallando contra los otomanos.
Ferenc también disfrutaba torturando a sus enemigos y
empalándolos en los campos de batalla. De hecho, se ganó el sobrenombre de El
Caballero Negro de Hungría.
Hemos conocido las primeras
muestras de la crueldad de la condesa gracias a las cartas que enviaba a su
marido cuando él se encontraba en el campo de batalla. En ellas se aconsejaban
mutuamente sobre la mejor forma de castigar a los criados. A la condesa le
agradaba pegar palizas a sus sirvientas, a las que pinchaba con agujas debajo
de las uñas o golpeaba con un mazo. Disfrutaba viendo sangrar
a las jóvenes que torturaba.
Como en otras ocasiones, un hecho en particular hace que la
maldad se multiplique y que sea el detonante de las terribles acciones que se
suelen suceder. En el caso de Elizabeth lo provocó la muerte de su esposo
cuando ella tenía 44 años y tres hijos a los que educar. Esta muerte tan
repentina llevó a la condesa a la desesperación, por lo que expulsó de su
castillo a toda la familia de su difunto marido y se dedicó, a partir de ese
momento a ejercer el mal.
Comenzaron a rumorearse historias
sobre las prácticas oscuras que realizaba la condesa en su castillo. Se hablaba
de brujería y de extraños rituales en los que se utilizaba la sangre de mujeres
jóvenes.
En los sótanos albergaba una
auténtica cámara de tortura en la que no faltaba una " dama de
hierro" con terribles pinchos de metal que se clavaban en las víctimas.
Ganchos, hierros para usarlos candentes, grilletes, etcétera. Un auténtico
arsenal de materiales, dispuestos para hacer sufrir a las más doncellajóvenes s.
La condesa estaba obsesionada con
su belleza y con mantener la juventud eternamente y de ahí que en su locura
comenzara a beber sangre de jóvenes a su servicio. También se bañaba con su
sangre caliente e incluso arrancaba mientras las jóvenes estaban en vida trozos
de carne para frotárselos por el cuerpo.
Con el tiempo se detuvo, al parecer
gracias a que una de sus jóvenes víctimas pudo escapar y denunciarla.
Una vez encerrada comenzaron a
surgir multitud de testimonios, que le implicaban centenares de desapariciones.
Los juicios contra ella comenzaron
y con ellos las investigaciones, al entrar a inspeccionar su castillo en busca
de pruebas se llevaron la desagradable sorpresa de encontrar numerosos
cadáveres de mujeres jóvenes.
Todos los seguidores de la condesa
fueron ejecutados, a excepción de las brujas, a las que se les arrancaron los
dedos con tenazas incandescentes por haberlos ensuciado con sangre de
cristianos. Como las leyes impedían ejecutar a una noble, se decidió encerrar
de por vida a Elizabeth en una mazmorra en la que tan sólo se dejo un pequeño
agujero donde se le pasaba la comida. A los cuatro años de su encierro la
condesa murió y se la enterró en su pueblo. A partir de ese momento se prohibió
hablar de ella en todo el país.