Seguimos con las damas, hoy hablaremos de Ranavalona I,
denominada la
Calígula Femenina.
Fue reina de Madagascar desde 1828
hasta 1861. Recordar su auténtico nombre es una tarea complicada porque
realmente se llamaba Rabododoandrianampoinimerina y, aunque su fecha de
nacimiento es aproximada, 1782, su muerte sí está documentada. Sucedió el 15 de
agosto de 1861. Ya su apodo da idea del imperio de terror que instauró durante
su reinado al suceder a su marido Radaza I, con el que se casó siendo una niña
y a la que algunos han apuntado como la responsable de la muerte del monarca.
Nada más llegar al poder Ranavalona
acabó con todos los tratados internacionales que existían y expulsó de la isla
a todos los extranjeros. Una de sus mayores obsesiones era no dejar a un solo
cristiano con vida en su reino. Persiguió a todos los que profesaran esa
religión y los ejecutó sin piedad. El simple hecho de poseer una Biblia podía
ser castigado con la muerte. Las crónicas señalan que fueron más de ciento
cincuenta mil cristianos los que fueron ejecutados bajo su mandato.
Se la acusó de hacer terribles
experimentos con sus víctimas. A algunos se les obligaba a beber diferentes
venenos, ésos eran los que tenían más suerte, a otros en cambio les ordenaba
nadar en aguas repletas de cocodrilos. Una de sus torturas favoritas era atar a
un reo a una cuerda dentro de un pozo y llenarlo de agua hirviendo de modo que
su víctima fuera escaldándose poco a poco. En otras ocasiones vestía a los
prisioneros con pieles sangrientas de animales y les lanzaba perros de presa
para que fueran despedazados o los ataba del cuello y los abandonaba en medio
de la selva: los que no se arrancaban el cuello intentando huir, morían de
hambre o eran comidos por los animales salvajes. Fue tal su maldad que hasta su
propio hijo Radaza II, rogó al emperador Napoleón III que invadiera la isla y
destituyera a su madre del poder.
Curiosamente es de los pocos malos
de la historia que no murió de forma violenta, ya que falleció de forma plácida
mientras dormía. Su muerte abrió un periodo de tranquilidad y descanso.