lunes, 17 de diciembre de 2012

Los Malos de la Historia: Atila el azote de Dios.


Buenos días, esta semana, que quizás sea la del fin del mundo... vamos a hablar de Atila. el azote de Dios.



Con este terrible sobrenombre es como se conoce al último caudillo de los hunos. Atila (aproximadamente 403-453) fue uno de los peores enemigos del Imperio romano, pues unificó todas las tribus bárbaras con el objetivo de doblegar a sus enemigos del otro lado del Danubio.

De la época de Atila no existen muchos testimonios escritos por lo que los historiadores creen que  muchas de las historias que conocemos son leyenda inventadas para desprestigiarlos, como la que en su momento escribió de él un historiador griego llamado Priscus: 

 ”Fue un hombre que nació para sacudir las razas del mundo, un terror para todas las tierras que de una forma u otra atemorizó a todos por las noticias terribles propagadas sobre él. Era altanero en su corte, orgulloso, lanzaba miradas a todos lados para que su poder fuese evidente, incluso en los movimientos de su cuerpo.Amante de la guerra, era reservado en sus acciones, dado a recibir consejos, amable con sus súbditos y generoso con aquellos a quienes había otorgado su confianza. Era bajo de estatura, con un pecho ancho, cabeza masiva y ojos pequeños, tenía poca barba, su nariz era chata y su tez morena, mostrando así los signos de su raza".

Lo cierto es que los romanos lo temían porque consiguió que sus  hombres fueran invencibles en la batalla y que a su paso arrasaran todo lo que encontraban, de ahí las frases " Bajo los cascos de su caballo nunca más crece la hierba" y " No hay más sangre derramada que por la espada del rey Atila". Los enemigos no consideraban a los hunos "humanos", más bien era para ellos la reencarnación del demonio. Se decía que no cocinaban la carne y que prácticamente vivían sobre sus caballos. No tenían casas, no utilizaban ropa limpia, apenas se aseaban y eran aterradores. Llegaban al campo de batalla cabalgando a toda velocidad pegados a sus bestias y portando arcos y flechas que utilizaban con total maestría por lo que causaban el terror de sus adversarios rápidamente. 

Su fama de crueles fue su  mejor tarjeta de visita y los romanos no dejaban de negociar con el rey de los hunos, cambiando la paz por oro y riquezas. Roma se convirtió en el  mejor suministrador de bienes de Atila, que con sus hombres llegó a la puerta de Roma.

El propio León I tuvo que negociar con el bárbaro la paz a cambio de carromatos repletos de riquezas, pero en el camino habían muerto miles y miles de hombres de los dos bandos.

Finalmente, cuando sus riquezas y su poder eran incuestionables, regresó a su tierra y comenzó a preparar una fastuosa boda con una hermosa joven germánica de la que se había encaprichado.

Atila se casó con la bella joven cuando tenía 50 años y lo celebró con un gran banquete, plagado de invitados, donde la comida y la bebida se sirvieron en grandes cantidades durante toda la noche.

Misteriosamente, el rey de los hunos apareció muerto en su cama al día siguiente. Algunos relatos aseguran que después de comer y beber sin mesura tuvo una hemorragia nasal y que se ahogó en su propia sangre. Otros, en cambio, hablan de envenenamiento por parte de su joven esposa para vengarse del asesinato de su familia a manos de los bárbaros. Lo cierto es que a su muerte su ejército se quedó consternado y como pensaban que el más grande guerrero de todos los tiempos no debía ser ofrendado con lágrimas de mujer sino con sangre de guerreros se cortaron el pelo y se hirieron entre ellos con las espadas. Era su forma de adorar al más valeroso y cruel bárbaro que ha dado la historia.