jueves, 4 de octubre de 2012

Asesinado por Discutir


Seguro que si Arquímedes hubiera conocido el desenlace de su última discusión la habría evitado. Este matemático griego nacido en el puerto de Siracusa (Sicilia, Italia) es considerado como uno de los científicos más importantes de la Antigüedad clásica.

Precisamente muchos de esos conocimientos los aplicó en la fortificación de la ciudad de Siracusa para protegerla de la conquista romana durante la Segunda Guerra Púnica.

Los ejércitos romanos dirigidos por el general Marco Claudio Marcelo realizaron una gran ofensiva para tomar el importante puerto italiano.

Una numerosa flota se acercó hacia la ciudad fortificada, pero los barcos fueron repelidos por enormes piedras lanzadas por los defensores gracias a unas potentes catapultas inventadas por Arquímedes.

También los barcos se sintieron amenazados por la llamada “garra de Arquímedes”, un curioso artilugio mecánico parecido a una grúa con un enorme gancho al final. Al dejar caer el pesado brazo sobre un barco enemigo lo desplazaba y movía hasta que conseguía hundirlo.

Los romanos tardaron tres años en tomar el histórico puerto. Curiosamente la confianza que da sentirse inexpugnables fue lo que propició su derrota, acaecida durante la celebración de una fiesta dentro de la ciudad.

Después de varias horas de baile y bebida los soldados de una de las torretas de vigilancia se descuidaron y fue por ese sector por el que los romanos, que seguían atentamente todos los movimientos de su enemigo, pudieron acceder a la ciudad y hacerse con el control.

El día que cayó Siracusa; Arquímedes estaba dibujando algunas figuras geométricas sobre la arena de la playa. Al parecer un soldado romano se plantó delante de él para llevarlo preso. El matemático, en lugar de asustarse, se puso a gritar enfurecido recriminando a su enemigo por haberle pisado las figuras dibujadas en la arena. 

El soldado indignado le ordenó que cerrara la boca y que lo acompañara hasta sus superiores. Arquímedes lo menospreció y se negó a abandonar aquel recinto hasta no haber dado con la solución al problema que había planteado.

Herido en su orgullo, el soldado desenvainó la espada y lo atravesó varias veces con ella a pesar que el general romano Marcelo había ordenado que se atrapara con vida al respetado científico.

Fue el propio general el que ordenó honrar a su enemigo construyendo una tumba en la que se reflejó una esfera dentro de un cilindro, que simboliza el teorema favorito del matemático griego.


 Información extraída del libro " La historia más curiosa" de Alberto Granados.