Uno de los
primeros en hablar de estos cambios es, nada más y nada menos, que Benjamin Franklin. Si bien,
todo sea dicho, el no abogó por adaptar las horas a la luz, sino más bien por
adaptar las costumbres a la luz. En cualquier caso el fin era el mismo: el
ahorro de energía.
Nacido en Boston, Estados Unidos, en 1706, este polifacético personaje se encontraba en París, Francia, cuando en 1784 publicó una carta, aunque de manera anónima, en la que explicaba que los parisinos, gracias a aprovechar de manera más eficiente la luz del sol ajustando sus horarios a dicha luz, conseguían ahorrar dinero, aunque sólo fuera en velas. Lo que venía a proponer Franklin era salir de la cama un poco antes para poder comenzar a trabajar con el sol y, por supuesto, irse a dormir también más temprano, para gastar menos en iluminación artificial. Aquel artículo se publicó por primera vez en el diario Journal de Paris y más tarde se distribuyó una versión en inglés.
Esta idea está en consonancia con una frase de nuestro protagonista:
Nacido en Boston, Estados Unidos, en 1706, este polifacético personaje se encontraba en París, Francia, cuando en 1784 publicó una carta, aunque de manera anónima, en la que explicaba que los parisinos, gracias a aprovechar de manera más eficiente la luz del sol ajustando sus horarios a dicha luz, conseguían ahorrar dinero, aunque sólo fuera en velas. Lo que venía a proponer Franklin era salir de la cama un poco antes para poder comenzar a trabajar con el sol y, por supuesto, irse a dormir también más temprano, para gastar menos en iluminación artificial. Aquel artículo se publicó por primera vez en el diario Journal de Paris y más tarde se distribuyó una versión en inglés.
Esta idea está en consonancia con una frase de nuestro protagonista:
Early to bed, early to rise, makes
a man healthy, wealthy and wise, es decir,
acostarse pronto y levantarse pronto hace al hombre saludable, adinerado y
sabio. En su propuesta, Franklin había calculado que si todas las familias de
París que se acostaban tarde y se levantaban con el sol ya en lo alto cambiaran
sus hábitos, se podrían ahorrar casi treinta millones de kilos de cera para
velas. Casi como una broma, abogaba por repicar las campanas al amanecer para
despertar al pueblo
Fuente: Curiohistoria