martes, 6 de noviembre de 2012

Eiffel, una torre mal querida que gano una guerra


Menudo disgusto tenían los parisinos a finales del siglo XIX.

Un ingeniero vanguardista llamado Gustave, les estaba construyendo en la ciudad una torre de hierro enorme, horrible y que no servía para nada, salvo para ser la estructura de hierro más alta del mundo.




El único consuelo que tenían, es que aquella torre cuya cimentación comenzó el 28 de enero de 1887, iba a ser desmontada en cuanto terminara la Exposición Universal de París.

La pena es que la Torre Eiffel la podríamos tener plantada en Cataluña, porque el ingeniero  Gustave Eiffel propuso construirla para la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Pero los responsables del Ayuntamiento barcelonés dijeron que aquello era muy caro, muy raro y que no encajaba en la ciudad.

Además Gaudí ya estaba construyendo su gran obra y la Sagrada Familia y la Torre Eiffel se daban de tortas. No pegaban. Así que Eiffel se fue con su torre a otra parte, a París, que era la anfitriona de la siguiente Exposición Universal, la del 89.

París dijo que la montara allí pero que luego la desmontara, ya que tampoco pegaba con la fina estética parisina y los parisinos cada vez estaban más espeluznados.

Había que desmontarlo inmediatamente, y a punto estuvieron de hacerlo en la primera década del siglo XX.

Pero llego la Primera Guerra Mundial y se descubrió que la elevadísima antena que coronaba la Torre Eiffel era crucial, porque interceptaba las comunicaciones de los alemanes. Por fin aquella estructura de hierro de 300 metros servía para algo.

Sirvió entonces para ganar la guerra y sirve ahora para ser el monumento más visitado del mundo… y pensar que podrá haber estado en Barcelona…