martes, 20 de noviembre de 2012


La Batalla de Cannae.
Una Obra de Arte de Estrategia

Así es al menos como algunos historiadores y expertos en tácticas militares califican la batalla que significó la peor derrota que sufrió Roma en toda su existencia y que, aún hoy en día, mantiene el dudoso honor de estar entre las  batallas más cruentas de toda la historia.
La Batalla de Cannae.
Pero para entender cómo es posible que una carnicería de semejantes proporciones (cerca de 100.000 bajas en total) sea calificada de Obra Maestra primero hemos de ponernos en situación.
Estamos en el 216 a.C. en plena 2º Guerra Púnica entre romanos y cartagineses. Anibal, después de un increíble viaje a través de los Alpes del que nadie creía que fuera capaz, ha irrumpido en la península Itálica como plaga bíblica y ha aplicado una serie de duros correctivos a los romanos, los más importantes en las batallas de Trebia y el Lago Trasimeno
.
Aníbal Barca.

El Senado Romano, y por ende el pueblo romano, se agarra un mosqueo que ni pa’qué y decide echar toda la carne en el asador juntando el mayor ejército que Roma había visto hasta la fecha. El estado de excepción en que se encontraba Roma nos lo cuenta Polibio:
El Senado determinó llevar a ocho legiones al campo de batalla, algo que Roma no había hecho antes, cada legión formada por cinco mil hombres más los aliados. (…) La mayoría de sus guerras se deciden por un cónsul y dos legiones, con su cuota de aliados; y raramente emplean las cuatro al mismo tiempo en un único servicio. Pero en esta ocasión, tan grande era la alarma y el terror de lo que podría suceder, que decidieron enviar no cuatro sino ocho legiones al campo de batalla.
En total, entre legionarios y aliados, Roma reúne un ejército de cerca de 90.000 almas dispuestas para expulsar al invasor cartaginés de su territorio.




Legionario.

Aníbal con sus tropas, que se calculan en unos 48.000 efectivos,  se hallan acampados en el sur de la península, en una fortaleza llamada Cannae cerca del río Aufidus y para allí se dirigen las legiones comandadas por los Cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo.


Infantería Cartaginesa.

Nada más llegar el ejército romano a Cannae, Aníbal comienza a mover las piezas en el tablero. Por medio de una serie de salidas y escaramuzas, siempre aparentemente ganadas por los romanos, Aníbal logra que el el grueso del ejército romano se coloque exactamente donde él quiere logrando que hasta el más mínimo detalle del terreno o del clima juegue a su favor para contrarrestar la aplastante superioridad numérica.


En rojo las legiones romanas en azul el ejército cartaginés.

El río corta un flanco a las legiones entorpeciendo su huida y capacidad de maniobra. También, los romanos recibían el sol de cara y, sobre todo, un molesto y constante viento arrastra el polvo levantado por las tropas cartaginesas hacia las filas romanas molestando en gran manera su visión.
Además, la impericia del cónsul Varrón también echa una mano a Aníbal. Como el frente del ejército romano, por ser más numeroso,  supera ampliamente por los flancos al del ejército cartaginés, Varrón ordena que sus tropas se agrupen para hacer coincidir los dos frentes y concentrar todas sus fuerzas contra el centro de la línea enemiga. Las filas de los legionarios se juntan tanto que la falta de maniobrabilidad comienza a ser preocupante.
Pero empieza la función. Los romanos se lanzan contra el centro de las líneas enemigas que al estar adelantado obliga a juntarse aún más a las tropas romanas. La falta de espacio se acentúa.

El choque es brutal y el empuje de los romanos es imparable. Aníbal ha colocado en el centro a sus tropas más flojas, iberos y galos aliados, y éstos parecen no resistir el duro envite romano.

Guerreros iberos aliados de Cartago

Mientras, por los flancos, las dos caballerías se enfrentan y en este caso la experiencia y rudeza de la caballería cartaginesa, formada sobre todo por jinetes Númidas, supera a la caballería romana que es derrotada o escapa.

Jinete Númida.

Pero este “pequeño” detalle no parece importarle al cónsul que observa como el centro del ejército cartaginés no hace más que retroceder y parece que sus hombres están a punto de romperlo. Pero de lo que no se percata Varrón es que a medida que el centro cartaginés retrocede, los flancos formados por los duros soldados africanos avanzan envolviendo a las legiones y haciéndolas entrar en una especia de bolsa que  comienza a cerrarse y empuja a los soldados romanos cada vez más hacia el centro.


En estos momentos la falta de maniobrabilidad debido a la aglomeración de legionarios se convierte en una trampa mortal. Sólo falta cerrar la bolsa y de eso se encarga la caballería cartaginesa que cansada de perseguir a los jinetes romanos se había reagrupado y ataca ahora con todo su potencia a la retaguardia romana. La mortal bolsa se ha cerrado.


Lo que pasó  luego se resume en cuchilladas, golpes y sangre. Se calcula que en esta trampa, que se alargó hasta la puesta del sol,  murieron a razón de 600 legionarios por minuto…
¡10 legionarios por segundo!.
De los 87.000 romanos que participaron en la batalla  unos 75.000 fueron muertos o hechos prisioneros, el 85% de las tropas (contra 6.000 muertos y 10.000 heridos cartagineses).



La muerte del cónsul Lucio Emilano en Cannae.

En Roma el trauma fue total, en la batalla había perecido lo más granado de la sociedad romana incluidos 80 senadores de los 300 que formaban el Senado y no había persona en la ciudad que no lamentara alguna víctima entre sus familiares o amigos o en ambos. Incluso se volvieron a realizar sacrificios humanos, práctica olvidada hacía tiempo y que nunca más volvería a repetirse en la cultura romana.
Pero Roma era mucho Roma y se rehizo de tan trágica derrota aunque, eso sí, trajo consigo importantes reformas políticas y militares que marcarían de forma importante su futuro.
La Batalla de Cannae sigue siendo hoy en día de estudio obligado en las academias militares e incluso se ha puesto en práctica en tiempos modernos aunque a una escala mucho mayor, como en el caso del general Norman Schwarzkopf en la Guerra del Golfo o el general alemán Alfred Graf von Schlieffen quien durante la I Guerra Mundial desarrolló el Plan Schlieffen donde sacrificaría como centro del frente a Prusia Oriental para envolver al enemigo y atacar por la frontera francesa.

Mapa de la operación Schlieffen aplicando la táctica de Cannae.

El historiador Theodore Ayrault Dodge describe así la batalla de Cannae:
Pocas batallas de la antigüedad están tan marcadas por la habilidad como la batalla de Cannae. La posición era tal que daba toda la ventaja al bando de Aníbal. La forma en la que la imperfecta infantería hispana y gala fue avanzada en una formación diagonal, mantuvo su posición y luego se fue retirando paso a paso, hasta que llegó a la posición inversa, es una simple obra maestra de las tácticas de batalla.
El avance de la infantería africana en el momento adecuado, y su giro a izquierda y derecha sobre los flancos de los desordenados y hacinados legionarios está más allá de todo elogio. La batalla en sí misma, desde el punto de vista del bando cartaginés, es una obra de arte, no habiendo ningún ejemplo superior, y pocos iguales, en historia militar.

Fuentes: Historia con Historia