lunes, 26 de noviembre de 2012

Los Malos de la Historia: Calígula

Buenos días; empezamos la semana con un nuevo personaje en nuestra sección " Los Malos de la Historia".

Calígula:




Cayo Julio César Augusto Germánico ( 12-41 d.C.) fue el digno sucesor del cruel Tiberio, pues se ganó también fama de malvado y sanguinario, y es posible que incluso lo superara.

De hecho, Calígula, que compartía retiro en Capri con Tiberio, arrancó el anillo del dedo del emperador cuando todavía su cuerpo se encontraba caliente autoproclamándose nuevo César.
Durante aquel tenso proceso se rumorea que Tiberio, que aún  daba algunas señales de vida pidió un vaso de agua ante la mirada horrorizada de su sucesor. Uno de sus seguidores tuvo que asfixiar con una almohada al moribundo general para que Calígula pudiera al fin proclamarse César.

Aunque Calígula murió joven y no pudo gobernar durante mucho tiempo el pueblo lo adoraba y con su mandato el Imperio romano viviría grandes momentos. Seguramente los que estaban a su servicio no opinaban lo mismo, ya que tenían que convivir con sus enfermedades y sus rarezas, llegó incluso a ensayar diferentes muecas para asustar a su séquito, que temblaba cuando el emperador los miraba fijamente.

Calígula era un hombre poco agraciado y parece ser que eran muchos los complejos que lo atormentaban, quizá para superarlos la emprendía sobre todo con las mujeres, a las que sometía a castigos físicos que él mismo ejecutaba. Algunas de sus decisiones sorprendían y mucho a los que lo rodeaban; por ejemplo, al acceder al trono, mandó sacrificar ciento sesenta mil animales como muestra de agradecimiento a los dioses.

Sus excesos pronto comenzaron a pasar factura y al año de su mandato ya se había gastado la fortuna que había heredado de Tiberio. Obviamente salió de la difícil situación a base de impuestos a lo más desfavorecidos.

Sus enfermedades mentales lo sumían en ataques epilépticos y eran muchas las noches que pasaba sin poder dormir lo que aumentaba su locura y obsesiones. Una de ellas era su hermana Julia Drusila a la que de adolescente poseyó  en la casa que vivían a que a partir de ese momento disfrutaría, estuviera casada o no.

A su muerte Calígula ordeno luto general y castigó severamente a aquel que se riera, se bañara o hubiera comido con su familia de forma distendida. Y aunque Drusila fue su preferida el emperador también se acostó con sus otras hermanas y con toda aquella mujer que le apeteciese.

Mandaba traer esculturas de todos los lugares del mundo, a algunas les arrancaba la cabeza  mandaba poner un busto suyo.

Para rematar su desesperación y a su locura, pensando que Roma estaba viviendo en un periodo demasiado tranquilo y que no pasaría a la posteridad por nada relevante, inventaba batallas con su propio ejército, al que dividía  ordenaba disfrazarse para simular de este ridículo modo que eran atacados por un ejército bárbaro, en algunas ocasiones Calígula al frente del ejército romano extermino a sus propios hombres disfrazados de enemigos.

Calígula tuvo una muerte a la que asistieron muchos de sus enemigos. El primero en asestarle un terrible golpe fue Casio Quereas, el jefe de los pretorianos, que aprovecho un descanso del emperador para lanzarle un hachazo al cuello, el mandatario se revolvió de dolor pero no le causo la muerte.

Al escuchar sus gritos lastimeros, acudieron varias personas que tenían deudas pendientes con el, se habla de una treintena que acabaron de forma brutal con su vida, la de su esposa e incluso la de su hija.

Sus cenizas permanecieron en el Mausoleo de Augusto en el año 410, pero tras un saqueo, fueron esparcidas y sus restos se perdieron para siempre.

Muerte cruel para uno de los mandatarios más perversos de la Antigua Roma al que incluso el Senado borraría de la lista de los emperadores romanos para que fuera olvidado por la historia.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Los Emperadores Romanos más Crueles

Tiene el honor de empezar esta entrada el Emperador Tiberio.





Tiberio César Augusto ( 42a.C.-37 d.C.) fue el segundo mandatario romano que utilizó el título de emperador de Roma.

La Historia, lo recordará como uno de los más grandes generales romanos, aunque esa gloria bélica  no superaría a su fama de sanguinario y cruel gobernante.

Tiberio gozaba de una excelente forma física y era vegetariano aunque esa dieta sana, no consiguió apartarlo de sus peores vicios, bebía en exceso.

Toda su vida estuvo marcada por una serie de "muertes extrañas" de sus oponentes que hacía que no tuviera competidores.

Pero Tiberio, no era feliz y no deseaba gobernar Roma.

De hecho, en dos ocasiones se exilió voluntario, en primer lugar a Rodas, donde permaneció alejado durante siete años, más tarde a la isla de Capri, que fue su último destino.

Su gobierno, alcanzó una gran popularidad entre el pueblo, que veía con buenos ojos las medidas que adoptaba, como prohibir que se lo adorase en templos o se esculpieran esculturas con su rostro.

Durante sus mandatos se prohibieron las religiones, se persiguieron a los astrónomos y se ejecutó a Jesucristo. En los últimos tiempos comenzó a exteriorizar todas sus fantasías y sus perversiones sexuales al crear el cargo de intendente de los placeres, con el único objetivo de que le proporcionaran" mujeres jóvenes y dispuestas" a entregarse a sus vicios. Se le acusó de masoquismo y pedofilia.

Su crueldad comenzó a hacerse evidente incluso con su familia. Fue capaz de dejar morir a su propia madre y de prohibir cualquier muestra de afecto hacia la persona que lo llevó en sus entrañas, jurando asesinar a quien lo recordara con cariño.

Después la locura alcanzó a todos sus opositores políticos, a los que asesinaba y desposeía de todos sus bienes y sus riquezas, que pasaban directamente a su patrimonio. Su violencia no tuvo límites, pues llegó a asesinar a cientos de personas. Ordenó también acabar con uno de sus ministros y con toda su familia. 

Como las leyes prohibían condenar a muerte a las vírgenes mando violar a la hija del ministro de 11 años para que después la pudiera asesinar impunemente.

Malos de la Historia

En la Historia, han habido malos pero con letras mayúsculas. En esta entrada queremos recordar a algunos de estos personajes, no para ensalzarlos evidentemente; sino para evitar caer en los errores; ya que el tener el poder del conocimiento, nos ayuda a tener le poder de la cautela y prevención.

Esperamos que esta entrada, os resulte interesante.

Empezamos con Los Emperadores Romanos más crueles.

martes, 20 de noviembre de 2012


La Batalla de Cannae.
Una Obra de Arte de Estrategia

Así es al menos como algunos historiadores y expertos en tácticas militares califican la batalla que significó la peor derrota que sufrió Roma en toda su existencia y que, aún hoy en día, mantiene el dudoso honor de estar entre las  batallas más cruentas de toda la historia.
La Batalla de Cannae.
Pero para entender cómo es posible que una carnicería de semejantes proporciones (cerca de 100.000 bajas en total) sea calificada de Obra Maestra primero hemos de ponernos en situación.
Estamos en el 216 a.C. en plena 2º Guerra Púnica entre romanos y cartagineses. Anibal, después de un increíble viaje a través de los Alpes del que nadie creía que fuera capaz, ha irrumpido en la península Itálica como plaga bíblica y ha aplicado una serie de duros correctivos a los romanos, los más importantes en las batallas de Trebia y el Lago Trasimeno
.
Aníbal Barca.

El Senado Romano, y por ende el pueblo romano, se agarra un mosqueo que ni pa’qué y decide echar toda la carne en el asador juntando el mayor ejército que Roma había visto hasta la fecha. El estado de excepción en que se encontraba Roma nos lo cuenta Polibio:
El Senado determinó llevar a ocho legiones al campo de batalla, algo que Roma no había hecho antes, cada legión formada por cinco mil hombres más los aliados. (…) La mayoría de sus guerras se deciden por un cónsul y dos legiones, con su cuota de aliados; y raramente emplean las cuatro al mismo tiempo en un único servicio. Pero en esta ocasión, tan grande era la alarma y el terror de lo que podría suceder, que decidieron enviar no cuatro sino ocho legiones al campo de batalla.
En total, entre legionarios y aliados, Roma reúne un ejército de cerca de 90.000 almas dispuestas para expulsar al invasor cartaginés de su territorio.




Legionario.

Aníbal con sus tropas, que se calculan en unos 48.000 efectivos,  se hallan acampados en el sur de la península, en una fortaleza llamada Cannae cerca del río Aufidus y para allí se dirigen las legiones comandadas por los Cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo.


Infantería Cartaginesa.

Nada más llegar el ejército romano a Cannae, Aníbal comienza a mover las piezas en el tablero. Por medio de una serie de salidas y escaramuzas, siempre aparentemente ganadas por los romanos, Aníbal logra que el el grueso del ejército romano se coloque exactamente donde él quiere logrando que hasta el más mínimo detalle del terreno o del clima juegue a su favor para contrarrestar la aplastante superioridad numérica.


En rojo las legiones romanas en azul el ejército cartaginés.

El río corta un flanco a las legiones entorpeciendo su huida y capacidad de maniobra. También, los romanos recibían el sol de cara y, sobre todo, un molesto y constante viento arrastra el polvo levantado por las tropas cartaginesas hacia las filas romanas molestando en gran manera su visión.
Además, la impericia del cónsul Varrón también echa una mano a Aníbal. Como el frente del ejército romano, por ser más numeroso,  supera ampliamente por los flancos al del ejército cartaginés, Varrón ordena que sus tropas se agrupen para hacer coincidir los dos frentes y concentrar todas sus fuerzas contra el centro de la línea enemiga. Las filas de los legionarios se juntan tanto que la falta de maniobrabilidad comienza a ser preocupante.
Pero empieza la función. Los romanos se lanzan contra el centro de las líneas enemigas que al estar adelantado obliga a juntarse aún más a las tropas romanas. La falta de espacio se acentúa.

El choque es brutal y el empuje de los romanos es imparable. Aníbal ha colocado en el centro a sus tropas más flojas, iberos y galos aliados, y éstos parecen no resistir el duro envite romano.

Guerreros iberos aliados de Cartago

Mientras, por los flancos, las dos caballerías se enfrentan y en este caso la experiencia y rudeza de la caballería cartaginesa, formada sobre todo por jinetes Númidas, supera a la caballería romana que es derrotada o escapa.

Jinete Númida.

Pero este “pequeño” detalle no parece importarle al cónsul que observa como el centro del ejército cartaginés no hace más que retroceder y parece que sus hombres están a punto de romperlo. Pero de lo que no se percata Varrón es que a medida que el centro cartaginés retrocede, los flancos formados por los duros soldados africanos avanzan envolviendo a las legiones y haciéndolas entrar en una especia de bolsa que  comienza a cerrarse y empuja a los soldados romanos cada vez más hacia el centro.


En estos momentos la falta de maniobrabilidad debido a la aglomeración de legionarios se convierte en una trampa mortal. Sólo falta cerrar la bolsa y de eso se encarga la caballería cartaginesa que cansada de perseguir a los jinetes romanos se había reagrupado y ataca ahora con todo su potencia a la retaguardia romana. La mortal bolsa se ha cerrado.


Lo que pasó  luego se resume en cuchilladas, golpes y sangre. Se calcula que en esta trampa, que se alargó hasta la puesta del sol,  murieron a razón de 600 legionarios por minuto…
¡10 legionarios por segundo!.
De los 87.000 romanos que participaron en la batalla  unos 75.000 fueron muertos o hechos prisioneros, el 85% de las tropas (contra 6.000 muertos y 10.000 heridos cartagineses).



La muerte del cónsul Lucio Emilano en Cannae.

En Roma el trauma fue total, en la batalla había perecido lo más granado de la sociedad romana incluidos 80 senadores de los 300 que formaban el Senado y no había persona en la ciudad que no lamentara alguna víctima entre sus familiares o amigos o en ambos. Incluso se volvieron a realizar sacrificios humanos, práctica olvidada hacía tiempo y que nunca más volvería a repetirse en la cultura romana.
Pero Roma era mucho Roma y se rehizo de tan trágica derrota aunque, eso sí, trajo consigo importantes reformas políticas y militares que marcarían de forma importante su futuro.
La Batalla de Cannae sigue siendo hoy en día de estudio obligado en las academias militares e incluso se ha puesto en práctica en tiempos modernos aunque a una escala mucho mayor, como en el caso del general Norman Schwarzkopf en la Guerra del Golfo o el general alemán Alfred Graf von Schlieffen quien durante la I Guerra Mundial desarrolló el Plan Schlieffen donde sacrificaría como centro del frente a Prusia Oriental para envolver al enemigo y atacar por la frontera francesa.

Mapa de la operación Schlieffen aplicando la táctica de Cannae.

El historiador Theodore Ayrault Dodge describe así la batalla de Cannae:
Pocas batallas de la antigüedad están tan marcadas por la habilidad como la batalla de Cannae. La posición era tal que daba toda la ventaja al bando de Aníbal. La forma en la que la imperfecta infantería hispana y gala fue avanzada en una formación diagonal, mantuvo su posición y luego se fue retirando paso a paso, hasta que llegó a la posición inversa, es una simple obra maestra de las tácticas de batalla.
El avance de la infantería africana en el momento adecuado, y su giro a izquierda y derecha sobre los flancos de los desordenados y hacinados legionarios está más allá de todo elogio. La batalla en sí misma, desde el punto de vista del bando cartaginés, es una obra de arte, no habiendo ningún ejemplo superior, y pocos iguales, en historia militar.

Fuentes: Historia con Historia

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Guido de Arezzo


Durante la Edad Media, los cantores de las catedrales y monasterios empleaban varios años de su vida en aprender de memoria  todas las melodías gregorianas.
Y mas les valía no equivocarse, si esto pasaba eran severamente castigados.

Guido de Arezzo, monje italiano del siglo X, sufrió en sus carnes estos castigos, por eso ideo una forma de aprendizaje para que cualquiera en muy poco tiempo pudiera cantar cualquier melodía.

Para ello trazó en un papel cuatro líneas horizontales de diferentes colores ( tetragrama) y situaba sobre ellas, las notas o los espacios intermedios.

Además puso nombre a cada nota, para que bastase recordar el nombre  e inmediatamente se pudiera cantar el sonido.


En la Edad Media, las notas se denominaban por medio de las primeras letras del alfabeto: A, B, C, D, E , F, G ( comenzando por la actual nota La)

Entonces se fijó, en que un famoso himno dedicado a San Juan Bautista, que solía cantarse  en esa época conocido como Ut queant laxis, que tenía la particularidad de que cada frase musical empezaba con una nota superior a la que antecedía.

UT queant laxis
RE sonare fibris
MIra gestorum
FAmuli tourum
SOL ve polluti
LAbii reatum
Sancte Ioannes

En este himno tiene su origen el nombre de las notas. Guido tuvo la idea de emplear la primera sílaba de cada frase para identificar las notas que se entonaban con cada una de ellas.

La nota SI no tenía una altura fija, por lo que en ocasiones recibía el nombre de “be mollis” ( de ahí viene la palabra bemol) y en otras ocasiones recibe el nombre de “be cuadratum” ( de ahí viene el becuadro).

Gudio de Arezzo denominó a este sistema de entonación solmisación y más tarde se le dominó solfeo.

Posteriormente se incorpora la nota SI en el S. XVI, tomando para su nombre las iniciales de San Juan ( Sant Ioannes ).

Más tarde, en el siglo XVII, Giovanni Battista Doni se dio cuenta que la primera silaba era un poco incómoda de pronunciar y la cambió por la sílaba DO, que se adaptaba mejor al canto y es la que conocemos.

El ingenio de Guido no se termino aquí, en esa época los libros eran muy escasos, por lo que usó sus propias manos como instrumento de enseñanza.




lunes, 12 de noviembre de 2012

Nabo, el esclavo pigmeo que puso los cuernos al Rey Sol


Durante el reinado de Luis XIV, el rey Sol, Francia incrementó su poder y su influencia por toda Europa llevando a Francia a una de sus épocas más gloriosas. En su palacio de Versalles se recibían embajadas de lugares tan remotos como Siam, Persia… o Issiny (reino situado entre las actuales Ghana y Costa de Marfil). En una recepción con los embajadores del rey Arda de Issiny, le ofrecieron al rey Sol, entre otros muchos presentes, un esclavo pigmeo – otra versión atribuye la llegada del africano a Versalles como un regalo del duque Beaufort al monarca tras uno de sus viajes.

El rey no sabía qué hacer con él, así que decidió regalárselo a su esposa María Teresa de Austria y Borbón, hija de Felipe IV de España, para que le hiciese compañía y amenizase en tantas y tantas veladas en las que el rey estaba ocupado en cuestiones de Estado y en otros menesteres más mundanos (Luis XIV era de los que perseguía una fregona con faldas). La reina y Nabo, que así decidió María Teresa llamar al esclavo, eran forasteros en tierra extraña y pronto se convirtieron en inseparables y confidentes. El hecho de tener un esclavo negro llegó a convertirse en una moda entre los damas de la corte de Versalles.

El 16 de noviembre de 1664, tras un complicado parto y un mes antes de lo previsto, la reina daba a luz a su tercer hijo, en este caso una hermosa niña… negra. Supongo que ante tamaña sorpresa seguro que se oirían explicaciones del tipo – y esta es cierta – “es que durante el embarazo comió muchas aceitunas negras“. Ante aquella sorpresa, se reunen el rey, los médicos y el clero para ver qué hacer… el pobre Nabo desaparece misteriosamente (incluso se ha llegado a pensar que Nabo fuese el misterioso hombre de la máscara de hierro encarcelado en la prisión de la Bastilla) y a la reina le dicen que la niña está muy débil. A los 48 días se anuncia que la pequeña infanta había fallecido.



Este cuadro, fechado en 1695 y que actualmente se puede ver en la Biblioteca de Santa Genoveva en el barrio Latino de París, levantó las sospechas… es Louise Marie-Therese(1664-1732), una monja del convento de benedictinas de Moret del que nunca salió y que podría ser la hija de la reina y de Nabo. Las múltiples visitas al convento de miembros de la nobleza – incluso se dice que de su hermanastro Luis, el heredero de la corona – y dos cartas, fechadas el 13 de junio de 1685 y el 15 de octubre de 1695, en las que se conceden pensiones al convento y a la propia monja de 250 y 300 libras respectivamente podrían confirmar las sospechas.





Fuentes: Hitorias de la Historia




viernes, 9 de noviembre de 2012

¿Qué es colgar un Sambenito?


Hacía ya un tiempo que no destripábamos un dicho o el origen de una frase hecha, así que ya va siendo hora de retomar esa bonita costumbre. Seguro que muchos de ustedes han utilizado la expresión: "le han colgado el sambenito", y ahí nos vamos a detener, en el origen de la palabra sambenito.



El sambenito era una capa o escapulario, que la Santa Inquisición imponía a los condenados para que llevaran su falta visible. El origen de esta práctica se remonta a las ropas que desde hace mucho tiempo se usaban en la Iglesia como método de penitencia, conocidas como "sacos benditos". El condenado, que podía dar gracias a Dios por no acabar en el infierno, estaba obligado a llevar esta marca pública como vestimenta durante uno o dos años en el mejor de los casos, o para toda su vida.
Pero como esta marca no era del todo indeleble en el hereje, en ocasiones la iglesia local a la que "pertenecía" el condenado, colgaba el sambenito una vez finalizada la penitencia, de tal forma que el castigo se extendía en el tiempo y incluso alcanzaba a las siguientes generaciones.
Por cierto, el sambenito, según la RAE también es un "letrero que se ponía en las iglesias con el nombre y castigo de los penitenciados, y las señales de su castigo.". Pero en significado que impregna el dicho que se utiliza actualmente responde a la capa o saco, no al letrero.

Fuente: Curistoria.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Premios Darwin


Hoy queremos compartir con vosotros  unos premios muy especiales: vamos  a hablar de los premios Darwin; que para aquellos que no lo sepan, se crearon a título póstumo a la estupidez humana.




Estos premios tuvieron su origen en EEUU en 1985 cuando se publicó un artículo en el que se mencionaba una muerte absurda relacionada con una máquina de escribir.

Es obvio que no todo el mundo puede entrar en esta lista; se tiene que cumplir una serie de requisitos:

1.     Imposibilidad de reproducción
2.     Auto selección, el candidato tiene que causarse su propia muerte.
3.     Madurez. Tiene que ser mayo de edad y en sano juicio
4.     Excelencia. La imprudencia del premiado deber ser única
5.     Veracidad

Y con estas pautas previas ya podemos embarcarnos en conocer a uno de los premiados.

Año 1989

28 de marzo. Jacques le Fevrier era un ciudadano francés que lo tenía todo preparado para su suicidio. Se dirigió hacia un acantilado cercano y se ató una cuerda al cuello con un nudo corredizo y amarró fuertemente el otro extremo de la cuerda a una gran roca cercana.

Ingirió veneno, se roció con gasolina y se prendió fuego.

Por si esto fallaba se disparó con una pistola que llevaba justo en el momento en que saltaba al vacío.

Pero Incomprensiblemente la muerte le dio esquinazo. La bala no le impactó pero el disparo perdido sí que por casualidad cortó  la soga por encima de él. Libre de la cuerda cayó al mar, donde se apagaron sus ropas incendiadas. Para colmo de lo inaudito tragar algo de agua salada le hizo vomitar y así expulsó también el veneno de su cuerpo. Un pescador que estaba en la zona lo rescató y lo trasladó a urgencias del hospital donde finalmente falleció… ¡de hipotermia!.

martes, 6 de noviembre de 2012

Eiffel, una torre mal querida que gano una guerra


Menudo disgusto tenían los parisinos a finales del siglo XIX.

Un ingeniero vanguardista llamado Gustave, les estaba construyendo en la ciudad una torre de hierro enorme, horrible y que no servía para nada, salvo para ser la estructura de hierro más alta del mundo.




El único consuelo que tenían, es que aquella torre cuya cimentación comenzó el 28 de enero de 1887, iba a ser desmontada en cuanto terminara la Exposición Universal de París.

La pena es que la Torre Eiffel la podríamos tener plantada en Cataluña, porque el ingeniero  Gustave Eiffel propuso construirla para la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Pero los responsables del Ayuntamiento barcelonés dijeron que aquello era muy caro, muy raro y que no encajaba en la ciudad.

Además Gaudí ya estaba construyendo su gran obra y la Sagrada Familia y la Torre Eiffel se daban de tortas. No pegaban. Así que Eiffel se fue con su torre a otra parte, a París, que era la anfitriona de la siguiente Exposición Universal, la del 89.

París dijo que la montara allí pero que luego la desmontara, ya que tampoco pegaba con la fina estética parisina y los parisinos cada vez estaban más espeluznados.

Había que desmontarlo inmediatamente, y a punto estuvieron de hacerlo en la primera década del siglo XX.

Pero llego la Primera Guerra Mundial y se descubrió que la elevadísima antena que coronaba la Torre Eiffel era crucial, porque interceptaba las comunicaciones de los alemanes. Por fin aquella estructura de hierro de 300 metros servía para algo.

Sirvió entonces para ganar la guerra y sirve ahora para ser el monumento más visitado del mundo… y pensar que podrá haber estado en Barcelona…

lunes, 5 de noviembre de 2012

Hércules. Fundador de Sevilla


En el siglo X antes de Cristo llegaron los primeros navegantes fenicios a las costas hispanas. Uno de ellos, llamado Melkart era más atrevido y sobrepasó el estrecho de Gibraltar, límite conocido del mundo en aquella época. Bordeando la costa encontró la desembocadura del Guadalquivir, que en aquella época se encontraba a la altura de Coria del Río, y remontó su curso hasta el lugar en el que hoy se encuentra Sevilla. En un brazo del río situado en la zona de Plaza del Salvador-Plaza de la Pescadería estableció una colonia comercial, que recibió el nombre de Spal, “llanura junto a un río”.




La leyenda afirma que, sin embargo, aquellas tierras ya estaban pobladas por los turdetanos, que al mando del rey Gerión, vivían del comercio de las pieles y cueros de los numerosos toros bravos que ocupaban colinas y llanos de la región. Melkart derrotó a Gerión y no sólo lo sometió a vasallaje comercial, sino que impuso la religión egipcia sobre las creencias primitivas que profesaban los turdetanos. Cuando murió, fue considerado héroe, santo y dios, cambiándose, con el tiempo, su nombre, primero por Herakles y más tarde por Hércules.
La realidad es que los ciudadanos fenicios de las ciudades originarias, Tiro y Sidón, denominaban turdetanos a los fenicios establecidos en estas tierras.
Sin embargo, los ciudadanos de Sevilla siempre han reconocido oficiosamente a Hércules como fundador y, por ello, encontramos su efigie en el arquillo del Ayuntamiento (a la izquierda, mirando de frente en la fachada que da a plaza de san Francisco) y, acompañando a Julio César, en las columnas de la Alameda que lleva su nombre. Columnas que procedían del templo dedicado a Apolo que se descubrió en la calle Mármoles. 

Lo del templo de Apolo hay que matizarlo. Recientes descubrimientos han considerado que  las columnas no proceden de un templo, sino del pórtico del antiguo Foro romano de la ciudad. Igualmente se ha comprobado que no proceden de Egipto, como se afirmaba popular y alegremente, sino que se trata de un granito gris (no son de mármol, a pesar del nombre de la calle) típico de Turquía. También se afirmaba que databan de la época de Julio César, pero la datación científica las han situado en época imperial, entre finales del siglo I y principios del siguiente.

Estas columnas no fueron descubiertas al público hasta el siglo XIX, ya que se encontraban dentro de la casa que ocupaba aquel solar (parecido a lo que ha sucedido recientemente con el claustro románico de Palamós). Se sabe a ciencia cierta que existían ocho columnas, según recogen cronistas de la época: de dos de ellas no se sabe nada; otra se cayó durante su transporte y quedó destrozada; dos más se encuentran en la Alameda de Hércules; las tres restantes permanecen en la calle Mármoles.
También en el arco que existía en la Puerta de Jerez, destruido en el siglo XIX, había una inscripción en latín, cuya transcripción sería:

Hércules me edificó
Julio César me cercó
de muros y torres altas,
y el rey santo me ganó
con Garci Pérez de Vargas.


Fuentes: Leyendas de Sevilla

sábado, 3 de noviembre de 2012

El timo de Miguel Ángel



Lorenzo di Pierfrancesco de Medici fue uno de los miembros de la famosa familia italiana en su época gloriosa, el Renacimiento. Ha llegado hasta nosotros una curiosa historia sobre él y el genial Miguel Ángel Buonarroti de la mano de un discípulo y biógrafo de este: Ascanio Condivi

Según cuenta Condivi, después de contemplar una escultura de Miguel Ángel que representaba un Cupido durmiente, Pierfrancesco le comentó al artista: “Si consiguierais darle un aspecto tal que pareciera haber estado enterrado mucho tiempo, yo podría enviarlo a Roma, donde lo tomarían por antiguo y podrías venderlo mucho mejor”. Ya conocen ustedes la fascinación por el arte clásico, romano y griego, que caracterizó al Renacimiento italiano. Por lo tanto, si una obra buena valía una buena cantidad, una obra buena y clásica valía una muy buena cantidad. Lo que comenta esta Curistoria ocurrió antes de que Miguel Ángel fuera un artista consagrado y reconocido. Ya tenía cierto nombre, pero sus trabajos no habían subido aún destacado. Por cierto, recordemos que alcanzó ese máximo nivel con poco más de 20 años.

Después de oír lo que les comentaba en el párrafo anterior de la boca del Medici, Miguel Ángel accedió a hacer la prueba. Envejeció la escultura y la envió a Roma para venderla como una pieza clásica. En la ciudad vaticana un anticuario llamado Baldassare del Milanese vendió la obra como procedente de un descubrimiento arqueológico al cardenal Rafaele Riaro. El cardenal pagó 200 ducados, de los cuales únicamente 30 llegaron a Miguel Ángel. Vemos el porqué de esta rebaja en el precio.

Baldassare debía ser bueno en su trabajo porque detectó el pequeño timo de Buonarroti. Y por esa razón sólo le envío 30 ducados. Miguel Ángel se dio cuenta de que había sido descubierto y no se quejó de aquellos emolumentos por su trabajo. Después de un tiempo también el propio cardenal se enteró de la verdadera procedencia de su Cupido. El eclesiástico envió a uno de sus ayudantes a visitar a Miguel Ángel a Florencia para hablar sobre el tema.
El mensaje para Miguel Ángel era el siguiente. Si un artista tan genial como para ser capaz de imitar así a los clásicos deseaba viajar hasta Roma y trabajar allí, el cardenal lo acogería en su palacio. Y así fue como Miguel Ángel tomó el camino del sur y viajó a la ciudad vaticana, donde comenzaría su impresionante carrera con la eterna Piedad.


Fuente: curistoria.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Vestimenta de la Edad Media

Las ropas usadas en el Imperio Romano ya habían caído en desuso, como la toga (larga tela que se envolvía en el cuerpo) que caracterizó la indumentaria masculina del ciudadano de las primeras épocas romanas, debajo de esta prendas, como ropa interior se usaba la túnica de lana, mientras la mujer casada lucía la estola, parecida a la toga masculina, y cubría sus hombros con la palla.

Los tejidos de punto y malla son característicos de esta nueva etapa, conocida como Edad Media, que se inicia en el año 476.


Los bárbaros introdujeron la costumbre del uso de bragas que cubrían las piernas, prendas semejantes a los pantalones, o las calzas, éstas adheridas a la pierna, bordadas y adornadas, ajustadas ambas en las pantorrillas, por medio de correas entrecruzadas. Los nobles las usaban de color rojo. Las túnicas, que antes carecían de mangas o las poseían muy cortas, ahora las anexaron.

Se siguieron usando las capas de lana rectangulares (clámides) adquiriendo mayor amplitud. Los bárbaros usaban generalmente dos tonos de ropa, el lado izquierdo no era del mismo color que el derecho.
El mundo bizantino, aportó su lujo y su nueva variedad de telas. Sobre todo se agregó la seda y los ricos bordados en oro y piedras preciosas. Los flecos y adornos predominaban en sus trajes que poco a poco fueron infiltrándose en la zona occidental, por ejemplo con el uso del manto semicircular, agarrado desde el hombro derecho, ya que no tenía ningún agujero para pasar la cabeza. El manto era símbolo de status, y no sólo para protegerse del frío. Los mantos oscuros simbolizaban que la persona atravesaba un período de duelo.

También con la invasión árabe se comenzaron a utilizar nuevas telas, y en aquellos pueblos que no lograron escapar a su dominio, se impuso su singular vestimenta de anchos pantalones (zaragüelles), el uso de la faja, el turbante y la túnica corta abotonada y ajustada (aljuba).
Cuando los españoles iniciaron la Reconquista, emprendieron la campaña usando la camisa como ropa interior, y luego varias túnicas superpuestas, que terminaban con el rial, ceñido al cuerpo hasta la cintura (jubón) y que luego se ampliaba en volados, que poco a poco fueron dejándose de usar. Era abotonado y decorado con bordados.
Se continuaron usando las túnicas talares, llamadas así porque llegaban hasta los talones, denominadas gonel y encima un sobre-gonel.. Éste fue evolucionando, agregándosele un cuello o esclavina recibiendo el nombre de garnacha. Este cuello luego fue descartado, y la prenda se hizo más corta, siendo el antecedente de nuestro gabán.
El pellote era una especie de vestido largo y abrigado ya que se forraba habitualmente con piel de conejo. Las cabezas eran adornadas con sombreros cilíndricos o birretes.
Para la guerra se usaban cotas de malla, sobre túnicas de lana, armaduras, escudos y yelmos de hierro, pues las luchas eran cuerpo a cuerpo, y cinturones para sostener las espadas.
En cuanto a las mujeres, se hizo común el uso de faldas de forma cuadrada, con un agujero en la cintura y cuatro picos en el extremo inferior. Predominaban las líneas rectas y las mangas ajustadas. Cubrían sus cabezas con cofias o tocados, sujetas con cintas que se ataban debajo de la barbilla. Se protegían del frío con mantas o capas. También al igual que los hombres, usaban pellotes. No usaban calzas ya que las piernas no se cubrían.

Los religiosos, de gran influencia en el cristiano mundo medieval también contaban con ropas típicas, muchas de cuyas características aún subsisten. Para las grandes ocasiones, los obispos usaban la mitra, o toca alta y puntiaguda, el báculo pastoral (bastón); la capa, y la dalmática, túnica abierta por los lados, en muchas ocasiones finamente adornada, con hilos de oro y plata.
En cuanto al calzado, ambos sexos usaban una especie de zapatillas abiertas fabricadas con cuero, de cabra para las clases más adineradas, o de vaca para el común de la población. A veces, los hombres llevaban botas.